Si duerme seis o menos horas por lo noche es probable que corra un mayor riesgo de resfriarse en comparación con las personas que dedican siete o más horas a ello. Según una reciente investigación, publicada en la revista Sleep, la falta de sueño debilita el sistema inmunitario y favorece la infección por el virus del resfriado común.
“Un sueño breve desempeña un papel más importante en el riesgo de resfriase que cualquier otro factor”, indica Aric Prather, de la Universidad de California en San Francisco y uno de los autores del estudio. Según los resultados de su trabajo, la edad, el nivel de estrés, el grado de educación, los ingresos e incluso fumar no parecen tener tanta importancia: “Considerando todos estos factores, estadísticamente, los hábitos de sueño resultan más determinantes”.
Mayor vulnerabilidad
Los investigadores evaluaron, durante dos meses, el estado de salud de 164 voluntarios con edades comprendidas entre los 18 y 55 años mediante exploraciones médicas, entrevistas y cuestionarios con el objetivo de controlar factores como el estrés, la personalidad y el consumo de alcohol y tabaco de los probandos. Asimismo analizaron la rutina de sueño de cada uno de ellos una semana antes de administrarles el virus del resfriado a través de gotas nasales. Cada día recogían muestras de moco nasal de los sujetos para comprobar si el virus les había afectado.
Descubrieron que los individuos que habían dormido menos de seis horas durante la noche eran 4,2 veces más propensos a padecer un resfriado común en comparación con aquellos que habían descansado más de siete horas. Además, los participantes que habían reposado durante menos de cinco horas se mostraron 4,5 veces más vulnerables a resfriarse. Según los autores, incluso la escasez de horas de sueño parecía influir en el sistema inmunitario de las personas que no eran conscientes de ese déficit de descanso.
“No dormir lo suficiente va más allá de causar aturdimiento o irritabilidad; afecta fundamentalmente a la salud física”, concluye Prather.
(Fuente: INVESTIGACION Y CIENCIA, artículo publicado el 2 de septiembre 2015)