El ejercicio aeróbico ayuda a controlar el asma

Los pacientes con asma moderado a intenso que añaden ejercicios aeróbicos a su régimen de tratamiento podrían tener mayor facilidad para controlar los síntomas que las personas que sólo dependen de los medicamentos, sugiere un pequeño estudio.

Pacientes asignados al azar a un programa de ejercicio de tres meses en una máquina para caminar mostraron una disminución de dos factores que dificultan la respiración: la inflamación y la hipersensibilidad de las vías aéreas.

Aunque no sorprende que los pacientes con asma se beneficien con el ejercicio aeróbico, los resultados aportan nueva evidencia de que la actividad física puede ayudar aún a los pacientes que utilizan fármacos para controlar los síntomas, dijo el autor principal, doctor Celso Carvalho, investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sao Paulo, Brasil. “Estos datos sugieren con fuerza que el ejercicio aeróbico tiene un efecto antiinflamatorio en el asma”, dijo Carvalho vía e-mail. Además, reforzaría la efectividad de los fármacos.

La Organización Mundial de la Salud estima que hay 235 millones de personas con asma en el mundo. Mucha gente con asma toma en forma rutinaria o periódica anti-inflamatorios para reducir la inflamación y la producción de mucosa en las vías aéreas, lo que puede ayudar a controlar o impedir los síntomas.

Además, los pacientes con asma podrían usar drogas conocidas como broncodilatadores, que vienen en versiones de larga duración para controlar los síntomas y de corta duración para ayudar a detener ataques repentinos. Esos medicamentos relajan los músculos alrededor de las vías aéreas, lo que permite que más aire entre y salga de los pulmones.

El equipo de Carvalho estudió el efecto del ejercicio en 43 pacientes asmáticos de entre 20 y 59 años, con síntomas controlados farmacológicamente en los últimos 30 días o y monitorizados por sus médicos por al menos seis meses. El equipo excluyó a pacientes con enfermedades cardiovasculares, musculosqueléticas o respiratorias crónicas de otro tipo, así como a fumadores pasados o actuales y a personas que ya practicaban ejercicios en forma regular.

Independientemente de si habían sido asignados o no al grupo de ejercicios, todos los pacientes recibieron clases de respiración de yoga dos veces a la semana por 12 semanas. Los que hacían ejercicio usaron máquinas para caminar por 35 minutos dos veces a la semana.

Al final del estudio, la hipersensibilidad bronquial, que reduce el paso del aire por las vías aéreas, había disminuido significativamente en el grupo que realizaba ejercicios, pero no en los otros pacientes. El ejercicio también pareció reducir los niveles de algunas proteínas, conocidas como citoquinas, asociadas con la inflamación.

Además de su tamaño pequeño, una limitación del estudio es que las citoquinas, medidas en exámenes de sangre, podrían no reflejar necesariamente el grado de inflamación de las vías aéreas específicamente, admiten los autores en la revistaThorax.

Por otro lado, el ejercicio podría provocar una crisis asmática, según señaló el doctor Simon Bacon, profesor de ciencias del ejercicio de Concordia University y director del Centro de Rehabilitación del Hospital del Sagrado Corazón en Montreal, Canadá.

Para minimizar ese riesgo, aconsejó utilizar un inhalador antes de empezar los ejercicios y recuperarse adecuadamente al final de la clase, comentó Bacon por e-mail. El especialista no participó del estudio.

(Fuente: SCIENTIFIC AMERICAN español, artículo publicado el 21 de julio 2015)

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